A todos nos ha pasado, querrámos o no admitirlo.
Muchas veces entramos de puntillas, como con pena, a ver un anime o serie de televisión. Ilusos e inocentes, caemos ante su encanto y al rato estamos maratoneando los episodios como locos, inadvertidos de que en cuanto acabe, nos quedará un vacío enorme. Somos víctimas, a los pocos instantes en que aparecen en pantalla los últimos créditos, del típico "¿Y ahora qué?", que se retrata a la perfección con la imagen de la pandilla de peces del dentista de Buscando a Nemo en bolsas de plástico al final de la película.